Uno de los ejemplos más claros de inspiración es el de Kepler, un astrónomo que paso muchos años ofuscado por no poder comprender en totalidad los movimientos de los principales astros, después de mucho tiempo de incertidumbre y malestar gracias a la inspiración que le trajo un sencillo modelo matemático que enseñaba en los colegios se dio cuenta que las órbitas de los astros eran elípticas y así pudo calcular cuanto quiso.




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